domingo, 7 de agosto de 2011

Día y noche.



Cuando las piezas ennegrecidas del puzle van encontrando su lugar sobre el firmamento es cuando los juguetes recobran el equilibro volviendo a la vida, los hombres lobo aúllan al trasluz de la luna llena y los sueños del enamorado se vuelven más reales. Es la hora en el que las sombras captan la energía que el paseante va soltando con cada uno de sus pasos y tratan de deambular a su libre albedrío metiéndose en la mente del joven sudoroso que intenta hacerse un hueco entre las sábanas de su cama. Al liberarse de su prisionero, la sombra sufre una flagrante metamorfosis que la lanza hasta lo más alto. Sombra tras sombra el cielo se llena de astros resplandecientes que guían al solitario en su búsqueda por encontrar el norte. Sólo los experimentados en la lectura del cielo son los que encuentran la respuesta que perseguían. Los inexpertos se adentran en el vals de sombras de la noche. Una noche donde todo es posible, sombra y claridad, fulgor y matidez, tristeza y alegría, pasión y soledad; donde todo es posible, la imaginación crea obras maestras.

2 comentarios:

  1. Siempre me han encantado las noches estrelladas (esas vistas desde el campo, alejado de todo).

    Muy bonito tu texto, un saludo :)

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  2. Sí, estoy de acuerdo, son preciosas. Ni en grandes ciudades ni en pueblos(medianamente poblados) se pueden ver en condiciones las estrellas, es necesario ir al campo.

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