miércoles, 9 de mayo de 2012

Cuestión de rituales

Las puertas del ascensor se te abren. Pijama verde, calzas, mascarrilla y gorro equipados. Al fondo del pasillo, una cama de dimensiones diminutas espera cobijando un Homo sapiens sapiens, otro de los millones de seres vivos que habitan este planeta. A medida que te acercas, la cama va aumentando de proporciones, ya no hay un Homo sapiens, sino un ser humano, Rodrigo, con mente, corazón, alma... Está solo, te cuenta que está asustado y tiene miedo, que es la primera vez que entra a un quirófano. Pasa a hablarte del origen de las murallas de su pueblo y de su propia historia, aquella que comenzó hace 72 años en Granada y siguió en Madrid con el nacimiento de sus hijos. Un hilo de conexión llamado vida, te ata de golpe a él. Tienes que estar ahí, estar con él.
Los anestesistas llegan y lees esa otra historia suya. Necesita un by-pass coronario con sustitución valvular. Una estenosis aórtica severa le hace la puñeta. Los cirujanos llegan y su rostro cambia de aspecto. Esos son los cirujanos de los que le habían hablado tan bien.
Las ruedas se mueven, ya está dentro. Unos tíos con fuerza le pasan a la mesa de operaciones. 30 minutos más tarde estará dormido, quién sabe si soñando con sus murallas, intubado, casi inerte.
5-10 minutos de lavado de manos, bata de operar encima, guantes estériles. Todo está listo. Lo único que queda al descubierto es parte del pecho de un bulto. Toracotomía media, incisión en pericardio. Un gran corazón aparece latiendo sincrónicamente con fuerza. Aprecias la perfección con la que está diseñada esa arrolladora máquina biológica que nos sustenta segundo a segundo, hasta el fin de nuestros días. Abren la aorta y giras tu cabeza viendo cómo la sangre del ahora bulto pasa por un aparato que la oxigenará. El corazón no late, pero  su cuerpo sigue estando vivo. Te maravillas con la tranquilidad del quirófano, con cada impecable punto que dan, con cada centímetro de trayecto de las coronarias. Y te das cuenta de lo vulnerable que es una masa con vida, de ese hilo de vida que te une a Rodrigo, y que en un segundo puede cortarse tu hilo o el suyo. Que le den al insignificante bulto, el medio por el que el alma maneja la vida, y que vuelva ese alma llamado Rodrigo. Que vuelva el cuerpo con vida, proque sin vida el alma no vive.
4 horas más tarde, sales por la puerta del hospital, el sol hace horas que ha sobrepasado el cénit, y tú pensando que sería medio día. El tiempo pasa volando, y tu sistema nervioso ordena a tu cuerpo acortar la longitud del hilo que te une a esa otra alma del mundo con la que tu mente anda medio día absorta.

Rodrigo ya habrá despertado de la anestesia...

domingo, 6 de mayo de 2012

Rayo de luz

Te asomas sigiloso atravesando los agujeritos de la persiana, haciendo que lo invisible tome forma ante mis ojos, iluminando las diminutas motas de polvo, que ahora pueden ya caer tranquilamente por los aires; haciéndome cosquillas con esos rayos juguetones. Encantándome.